Paolo Gasparini, Sandra y los niños en el muelle, Portobelo, c. 1979
“Su mirada se funde armoniosamente con la realidad representada, como si esta fuera el marco de un cuadro ya existente para recrearla. Los retratados se comunican a través de su interrelación con las cosas, con los paisajes, creando una simbología muy fuerte, densa, pero al mismo tiempo sencilla. Sus personajes-personas, así como sus escenarios, nos hablan desde ese lenguaje universal que es el de los sentimientos»

Lola Garrido

Josefa y la cura del mal de ojo, de la serie: Portobelo. 1976.

La artista y fotógrafa Sandra Eleta tendría cinco años cuando la llevaron por primera vez a Portobelo, ubicado a hora y media de la ciudad de Panamá. “Mi mamá” me vestía con lazos y encajes para ir con mi papá a visitar al embajador de España. Nunca pisamos la embajada, sino que íbamos a Portobelo a visitar a un hombre que se llamaba D’Orcy. Era un negro altísimo con una barba blanca. Le había salvado la vida a mi abuelo‚ Oriundo de las Antillas francesas, D’Orcy sentaba a la pequeña Sandra en su regazo y le cantaba canciones francesas, balanceándose en su mecedora frente al mar. Al principio, le tenía miedo y fascinación. Luego se encariñó con el y con todo ese ambiente. Mucho después, a principios de los años 70 ‚ “después de que concluyó sus estudios en Nueva York y residió con parientes en Madrid‚ “sintió un fuerte deseo de regresar a Portobelo y a aquellos mágicos recuerdos de infancia. Cuando llegó a la casa de D’Orcy, estaba trancada. Los vecinos le informaron que había muerto la semana anterior y que le había legado la casa a su padre. Sandra decidió instalarse allí. Cuarenta años después, la vieja casa de madera sigue siendo su hogar, y tanto su vida como su arte están íntimamente ligados a la gente de Portobelo.

¿Por que quieres saber tanto de la vida y sus misterios? Lo importante es lo que hace la vida y lo que tu haces de ella?

Josefa San Guillén